Geología de Sevilla

He intentado montar una ruta como las acostumbradas, que cubra los "tiempos de los graptolitos", es decir los periodos Ordovícico, Silúrico e inicio del Devónico de la era Paleozoica. Con esa idea he acudido a las zonas con capas de esos tiempos de la Sierra Morena sevillana y el norte de la provincia de Huelva: el sinclinal del Cerrón del Hornillo (Constantina y La Puebla de los Infantes), el sinclinal del Valle (Cazalla de la Sierra y El Real de la Jara), partes próximas del sinclinal de Barrancos (Cañaveral de León).  Pues bien, no ha podido ser . No faltan lugares de interés, pero están en propiedad privada, en cunetas de carreteras, en dominio público hidráulico poco accesible, o demasiado lejos de Sevilla.  Y como de momento no veo factible una ruta en condiciones adecuadas, he decidido sustituirlas con una serie de entradas del blog . Espero que os gusten.  Son las siguientes (por orden del tiempo geológico): Sobre los graptolitos raros de las capas del Ordovícico in

He aquí una piedra llena de trocitos de cosas...

Seré expeditivo en esta ocasión. Aquí los datos : Abajo, caliza blanca.  Arriba, pizarra negra.  El techo de la caliza es irregular, como ocurre cuando la caliza es disuelta por agua de lluvia.  Los fósiles de la caliza blanca son marinos, y de la penúltima edad del periodo Ordovícico.  Los fósiles de la pizarra negra son también marinos, y de la última edad del periodo Ordovícico. Aquí la sucesión de fenómenos compatible con los datos: Formación de la caliza blanca bajo el mar durante la penúltima edad del periodo Ordovícico. La caliza queda al aire, por bajada del nivel del mar o subida del fondo marino o ambas cosas.  Aparición de la superficie irregular de la caliza mediante disolución por parte del agua de lluvia.  La caliza queda bajo el mar, por subida del nivel del mar o bajada del fondo marino o ambas cosas. Formación de la pizarra negra bajo el mar durante la última época del periodo Ordovícico. Y ahora un poquito de contexto.  En diversos lugares se ha comprobado que, po

A los aficionados a las tiendas y mercadillos de fósiles les sonará cierto fósil de origen marroquí, muy vendido. Es como un cono alargado, con sucesivos tabiques curvados por dentro, a veces atravesados por un tubito central, relleno de calcita blanca, en una piedra muy negra. Seguro que lo reconoceréis en esta versión roja y callejera que nos enseñaron en el Geolodía urbano de Cádiz de 2021:  Corte a lo largo de una concha de ortoceras. Se distinguen bien los tabiques interiores curvados. Corte a lo largo de una concha de ortoceras. Se ven los tabiques interiores curvados. Destaca en blanco el tubito central. Pues esto se llama informalmente ortoceras. Y se llama así porque es como un cuerno recto (orto-: recto; -ceras: cuerno). En realidad es la concha de un animal. Por el extremo ancho asomaba como la parte delantera de un calamar. Era un depredador activo que comía trilobites y otros bichos. Los espacios entre los tabiques le hacían de flotador modulable, y por el tubito central c

En las dos entradas previas, la pizarra escrita nos ha contado su vida, y nosotros hemos contado la de sus fósiles. Pero, ¿para qué sirven ambos? ¿Para qué sirve la pizarra escrita?  Las pizarras negras silúricas son las rocas "madre" que gestaron el cuatro por ciento de los hidrocarburos del mundo (los cuales, en cuanto nacieron de la roca madre, se mudaron a una roca "almacén"). Hidrocarburos aparte, se trata de pizarras pertenecientes a una clase que al parecer tuvo diversos usos antiguamente: las "ampelitas". Son pizarras negras, con gran abundancia de partículas finas carbonosas y de sulfuro de hierro; además son blandas, y pueden ser machacadas con facilidad para obtener una tierra negra. Ya el nombre de "ampelita" indica un uso, porque viene de una palabra griega que significa vid, en relación con su uso como abono y como remedio frente a los parásitos de la vid. Incluso hubo quien la aplicó experimentalmente en España contra la filoxera,

En ciertos taludes de carreteras de la Sierra Morena sevillana y de la Sierra de Aracena, se ven "pizarras escritas" como estas: 

Preámbulo. A los geólogos, propensos al vicio, se les van los ojos detrás de cualquier lugar que enseñe piedra fresca y lozana. Por eso son tan forofos de unos sitios muy incómodos: los taludes de las carreteras. Por ejemplo, cuando a un geólogo al volante se le empiezan a menear los ojos como si entrara en fase REM, no es sino que se debate entre la compulsión geológica de mirar hacia el talud, y el instinto de supervivencia, que le ruega que mire hacia el asfalto. Se sabe que algunos geólogos han llegado a ensayar la virtud camaleónica de dedicar un ojo al talud, y el otro a la carretera, y de paso medio cerebro a cada cosa; pero han acabado accidentados, con trastornos de la personalidad, o encaramados a una ramita y lanzando su lengua contra los saltamontes. Por eso, si encuentra un aparente camaleón por el campo, pruebe a decirle que ha visto fósiles en una losa de "mármol"; si se pone rojo y estalla, es que era un geólogo. Nosotros vamos ahora a practicar un poco de est

Se acerca uno a una minita antigua de la sierra de Aracena, supuestamente de mineral de cobre. Y encuentra una roca blanquecina con partes negras y venillas de esta cosa verde:  Con ese color, de entrada uno piensa en malaquita. Es la cosa verde claro más frecuente, es un mineral de cobre, y al fin y al cabo se supone que esta mina es de cobre. Pero el color no cuadra del todo, ni la textura... Piensa uno en segundo lugar en crisocola, otro mineral de cobre. Tiene una pinta más afín, pero tampoco acaba de encajar. Además, en el entorno faltan los diversos minerales que suelen acompañar en los yacimientos de cobre. Y la roca concreta en la que está no parece muy propicia... Al final, le pregunta uno a un geólogo local (Ignacio Garzón) y te lo soluciona: es variscita. No contiene cobre, pero puede confundirse con minerales de cobre.  La variscita es un fosfato de aluminio. Es escasa y bonita. Solo se ha usado para hacer adornos personales, joyas y cosas así. Se usó sobre todo en la prehi

A veces, cuando voy al campo a preparar alguna ruta, aprovecho para acercarme a algún indicio minero antiguo que me coja cerca y me llame la atención. Ayer fue el caso. En medio del típico batiburrillo de materiales del Triásico (esto es, un arroyo salado, arcillas de colores, una masa de "ofitas", otra masa de "Muschelkalk" con una pequeña cantera, una masa de "formación Zamoranos" con una mina de óxidos de hierro...), apareció una pequeñísima excavación, con estos haces de cristales alargados: