Las pizarras escritas: sus fósiles (Silúrico, Constantina-Cazalla)

En ciertos taludes de carreteras de la Sierra Morena sevillana y de la Sierra de Aracena, se ven "pizarras escritas" como estas: 


¿Qué parecen las marcas blancas? Al primer vistazo, parecen rayas de tiza sobre una pizarra negra. De hecho, lo negro es geológicamente una pizarra, y las rayas blancas se llaman "graptolitos", que significa literalmente "piedra escrita" (grapto-: escrito; -litos: piedra). 

¿Qué son las marcas blancas en realidad? Las rayas no son lo que parecen. No son trazos de tiza, ni tampoco manchas casuales, ni arañazos accidentales, ni nódulos más o menos informes, ni cristales de minerales... sino fósiles. En las fotos de abajo se aprecian varios rasgos que son compatibles con fósiles, pero no con las demás cosas: 

  • Suelen ser blancos, pero otras veces son verdosos, negros u ocres, en función del proceso de fosilización.
  • No solo están en la superficie de la piedra, sino también dentro, puesto que aparecen al partirla.
  • No son siempre planos, sino que a veces tienen un cierto volumen. Así que son objetos tridimensionales embutidos en la piedra.
  • Los hay rectos y cortos, que podrían confundirse con manchas, roces o cristales; pero también los hay con formas que solo una cosa viva puede producir: rectos y bastante largos, simétricos, regularmente curvados, ramificados, espiralados... 
  • Suelen tener un borde, o los dos, regularmente escalonado, a modo de dientes de sierra. Otras veces parecen regularmente ranurados, y es que lo equivalente a los dientes de sierra está aplastado y mirando hacia tí.
  • En los ejemplares mejor conservados (última foto), se llega a notar que los dientes de sierra no son tales, sino más bien como botellitas o tubitos (la foto es mala pero a la lupa se veía muy bien).

 
  

Los graptolitos: su vida. Aclarado que las marcas blancas, o sea los graptolitos, son fósiles, vamos a ver cómo vivieron, según los especialistas. Cada graptolito fue la casa común de un conjunto de bichitos. Cada bichito vivía en uno de los dientes/tubitos/botellitas, que serían como las habitaciones de la casa. Todos los bichitos estaban interconectados, eran idénticos y derivaban de uno solo inicial. Cada uno asomaba por su ventana un par de "brazos" y un par de "remos"; los brazos, para captar las partículas nutritivas del agua; los remos, para mantener la casa a la profundidad adecuada, batiéndolos en coordinación con los demás vecinos. Unas especies de graptolitos mantenían sus casas submarinas a profundidades de pocos metros, y otras a cientos de metros; unos vivían en mar abierto, otros más cerca de la costa. 

Los graptolitos: su muerte y enterramiento. Cuando morían, sus "casas" caían al fondo marino. Estaban construidas con proteínas, que son materia orgánica. Así que lo normal habría sido que se pudrieran antes de ser enterradas, o al poco de ser enterradas. Pero entonces no habrían fosilizado cantidades tan grandes de graptolitos en estas pizarras. ¿Qué impidió que se pudrieran? Hay dos razones. La menos importante es que probablemente eran proteínas especialmente resistentes, como las que componen los cartílagos. La razón más importante es que en aquel fondo marino el agua no tenía oxígeno, y la materia orgánica no podía descomponerse bien. Y sabemos que no había oxígeno porque nos lo dice la piedra: (1) en ella no hay ni rastro de animales que vivieran en el fondo marino; (2) contiene muchas partículas de materia carbonosa, que deriva de materia orgánica a medio descomponer; y (3) también contiene muchas partículas de sulfuro de hierro, derivadas del sulfhídrico, que es un producto de la descomposición parcial sin oxígeno. Curiosamente, las partículas de sulfuro y las carbonosas son negras, y es lo que le da su negrura a la pizarra. Los sulfuros de hierro se manifiestan además en las partes superficiales húmedas mediante la aparición de manchas coloreadas de sulfatos e hidróxidos de hierro, al alterarse el sulfuro con el aire y el agua.

Eflorescencias y costras de sulfatos e hidróxidos de hierro verdosos, amarillos, naranjas y blancos, sobre la pizarra, que es negra por la presencia de sulfuro de hierro.

Los graptolitos: su fosilización. De modo que los graptolitos quedaron enterrados mucho tiempo sin estropearse del todo. Acabaron aplastados junto con el resto del material. Con el calentamiento su materia orgánica acabó a veces trasformada en una película de materia carbonosa negra. Pero más frecuentemente esa materia carbonosa escapó, y fue sustituida por clorita verdosa, pirofilita blanca u otros minerales. Así quedaron los graptolitos mineralizados e integrados para siempre en la piedra, o sea fosilizados. En ocasiones puntuales, los microbios depositaban sobre el graptolito sulfuro de hierro desde el principio, antes del aplastamiento, y así mantenían mejor su forma.

Postal del pasado. En resumen, el escenario que podemos asociar a esta piedra es el siguiente: un mar habitado por graptolitos a profundidades de metros, decenas de metros o incluso cientos de metros, por encima de un fondo marino sin oxígeno y cubierto de un lodo negro pútrido con esqueletos de graptolitos muertos, que iban quedando enterrados, y después se alteraban y mineralizaban.


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Aclaración complicada: graptolitos típicos y graptolitos raros. Toda esta entrada se refiere a los graptolitos más "típicos", que son los más simples y característicos del Silúrico. Pero hubo durante la era Paleozoica otros grupos de graptolitos menos conocidos y más complicados. Citaremos los principales: 

  • Los dendroideos eran como arbustitos o redes erguidas en miniatura, pegadas al fondo marino. Aparecieron los primeros, en el período Cámbrico, y se extinguieron los últimos, en el Carbonífero. 
  • Los anisográptidos se parecían a los dendroideos, pero vivían ya sueltos en el agua, como redes a la deriva. Vivieron durante el primer tercio del Ordovícico, y un ejemplo es el Sagenograptus murrayi, que vimos en una entrada anterior. 
  • Los dicográptidos ya clarearon su ramaje: tenían dos ramas iniciales, que luego podían subdividirse espaciadamente o no hacerlo. También se limitan al Ordovícico. Un ejemplo es el Paradelograptus onubensis, que también vimos en una entrada anterior. 
  • En cuanto a los graptolitos que estamos llamando "típicos", tenían una sola rama inicial, aunque en ciertos casos podían ir emitiendo ramas laterales espaciadas. Aparecieron durante el Ordovícico, prosperaron durante el Silúrico, y aguantaron hasta el inicio del periodo siguiente, que es el Devónico.
  • En resumen, los graptolitos tuvieron tendencia a abandonar el fondo e irse simplificando, y así tuvieron mucho éxito en el Ordovícico y en el Silúrico; pero los que más persistieron fueron los que, ni abandonaron el fondo, ni se simplificaron.