Falsos iris desde Castilleja de la Cuesta



(Fotografías de Ana León, 2010.)

Esas nubes en forma de hilos o marañas, blancas, tenues, son nubes altas hechas de cristalitos de hielo que el viento desplaza. (Las de la parte baja de la foto son grises, pero eso es un efecto del atardecer.)

A izquierda y derecha del sol, en concreto a unos 22 grados a la izquierda y a la derecha, se observan dos trozos de arcos iris... que no lo son. Y es que los iris se dibujan sobre lluvia líquida, y aquí no la hay; rodean al punto del cielo opuesto al sol, y aquí rodean al sol. Definitivamente, no pueden ser iris.

Son “parhelios”.

A muchos os sonará el típico experimento en que un haz de luz blanca atraviesa un prisma de vidrio y sale por el otro lado (1) desviada y (2) descompuesta en colores (porque los distintos colores se desvían en ángulos ligeramente distintos). Pues los cristalitos de hielo de esas nubes funcionan como esos prismas. De hecho, son prismas, prismas hexagonales muy bajitos, como plaquitas dispuestas en horizontal. Y todos son iguales y desvían la luz en el mismo ángulo.

Ello se concreta en el parhelio de la siguiente manera. Centrémonos en el parhelio...



... de la izquierda. Los cristalitos de hielo que están en la banda de color rojo, desvían la luz roja hacia nosotros; la demás la desvía a nuestra derecha y no la vemos. De los cristalitos que están en la banda naranja, sale la luz naranja hacia nosotros, mientras que la roja pasa a nuestra izquierda, y la demás a nuestra derecha; por eso la vemos naranja. Desde la banda amarilla viene el amarillo derecho a nuestros ojos, pero el rojo y el naranja se escapan por nuestra izquierda, y los demás colores por nuestra derecha; de ese modo, esos cristalitos se ven amarillos. Y así, hasta llegar a la banda violeta, de la cual sale la luz violeta hacia nosotros, mientras que toda la restante pasa desapercibida porque se marcha a nuestra izquierda. 

Más a la izquierda de la banda violeta, los cristalitos desvían todos los colores a nuestra izquierda y no nos llega ninguno; más a la derecha de la banda roja, los desvían hacia nuestra derecha, y lo mismo.

En el parhelio que queda a la derecha del sol, la situación es simétrica a la dicha.

Estos parhelios no son demasiado raros, pero no solemos verlos porque, prudentemente, no tenemos costumbre de mirar hacia el sol. Si uno quiere ver parhelios, halos menores y otros fenómenos luminosos creados por las nubes altas cerca del sol, ha de acostumbrarse a mirar hacia el sol, tapándolo con la mano, cada vez que vea en el cielo nubes altas del tipo de los cirros y cirrostratos. A propósito: si ve parhelios, que mire también en lo más alto del cielo, justo sobre su cabeza; podría haber un “arco circuncenital”.