Lirios de mar en Morón y Nerva
Y estos son trocitos de lo mismo:
Un montón de millones de años los separan. Si saltáramos
para atrás en el tiempo hasta el Jurásico (yo lo hago dos veces en semana),
encontraríamos a los de Nerva tan fosilizados como ahora, parte integrante de
la piedra, a muchos kilómetros tierra adentro de la costa de la isla Iberia; y a
los de Morón, vivitos y filtrando, en el fondo marino, mar adentro. Por entonces, ya los de Nerva estaban curados de espantos y de vuelta de
todo: habían sufrido en sus carnes, o más bien en sus artejos, el
cierre de su océano en el Carbonífero, por aproximación y colisión de los continentes
de ambos extremos; y llevaban ya
muchas decenas de megaaños disfrutando de un merecido descanso. En cambio, los lirios de
Morón, ni imaginaban lo que se les venía encima: morirse, fragmentarse, ser
espachurrados y empujados contra la isla Iberia por el dominio de Alborán,
elevarse, y convertirse en un cachito de las cordilleras Béticas en el Neógeno.
La de tumbos que da la vida, en especial después de muertos.
En sus respectivos periplos, los de Morón contaron con la
fiel (qué remedio) compañía de algunos bivalvos sonrientes...
... y los de Nerva con la de unos cuantos goniatites enrollados, de triste figura, desencajados, casi irreconocibles, que soportaron muy mal el trajín:
Y tras tan azarosas y dilatadas vidas, llega un vulgar catarrino como yo, y se atreve a fotografiarlos y comentar sus imágenes... Aunque lo hago desde un respeto reverencial, casi cultual.
(Postdata: los lirios de mar son de mar, pero no plantas,
sino animales equinodermos.)