El río Crispinejo o Agrio: el río "tinto" de la provincia de Sevilla

1. INTRODUCCIÓN.

En la parte sevillana de la Faja Pirítica, fuera de las cuencas de los ríos Tinto y Odiel, tenemos también un río rojo y ácido por contaminación con drenaje ácido de minas: el río Crispinejo, afluente del Guadiamar (foto 1). Con más frecuencia se le llama Agrio, pero yo aquí lo voy a llamar Crispinejo, para que nadie lo confunda con otro río Agrio que nace en las minas de Riotinto y es afluente del Odiel. 

El Crispinejo reúne todas las características típicas de los ríos de la Faja Pirítica que se vuelven "tintos" y "agrios" (o sea teñidos y ácidos) al contaminarse con "drenaje ácido de minas". Ese "drenaje ácido de minas" es el agua roja, o a veces inicialmente verdosa, muy ácida y cargada de contaminantes, que sale de los vacies, terreros, galerías, cortas y balsas de lodos de las minas de sulfuros de hierro y otros metales, tras la alteración de esos sulfuros por el aire y por el agua. Son aguas que llevan disueltas cantidades anormales de sulfato, arseniato, cromato, hierro, cobre, plomo, zinc, cadmio, cobalto, arsénico... que estaban presentes en los sulfuros metálicos, y de aluminio, níquel, manganeso... que el agua ácida extrae de la roca por la que pasa.

Foto 1. Río Crispinejo o Agrio, en su zona roja. Aquí las aguas del río son "tintas" (o sea "teñidas" de colorado por el hierro disuelto) y "agrias" (por la fuerte acidez y el mal sabor a sulfato y a hierro). Lo son a consecuencia de la contaminación por el "drenaje ácido de minas de piritas", en concreto el procedente de la mina Admirable del Castillo de Las Guardas.

A continuación vamos a hacer un breve recorrido por el río Crispinejo, entre su cabecera y la cola del embalse de Aznalcóllar. El objetivo es identificar los efectos visibles de la contaminación minera y la descontaminación "natural" parcial posterior. A este fin dividiremos el recorrido en tres tramos: el tramo de aguas "normales", desde la cabecera hasta la confluencia con el arroyo de la mina Admirable; el tramo de aguas rojas, a partir de dicha confluencia, aunque luego se vaya destiñendo; y las aguas turquesas, que aparecen kilómetros abajo, en algún punto más o menos avanzado según las circunstancias. Luego el agua puede recuperar un aspecto visual bastante normal. Entremedias nos saldremos del Crispinejo para visitar el drenaje ácido de la mina Admirable, origen de la contaminación.


2. EL RÍO CRISPINEJO ANTES DE LA MINA ADMIRABLE: AGUAS NORMALES.

A diferencia del río Tinto, el Crispinejo no está contaminado desde su nacimiento. En la zona de cabecera hay varias minas antiguas, y alguna contiene sulfuros metálicos, pero no en cantidades y tipos suficientes para afectar al río. Por eso, el pequeño embalse del Crispinejo, al norte de la carretera El Castillo-La Aulaga, almacena aguas que todavía carecen de contaminación minera (foto 2). Este embalse ha sido usado para abastecimiento urbano del Castillo de Las Guardas y algunas de sus aldeas. 

Foto 2. El pequeño "embalse del Crispinejo", en el río Crispinejo, al norte de la carretera que conduce del Castillo de Las Guardas a La Aulaga. Hasta aquí el río aún no ha recibido "drenaje ácido de minas" en una cantidad significativa, y su color es normal.

Aguas abajo de la presa del embalse del Crispinejo, entre esta presa y la carretera El Castillo-La Aulaga, el río recibe una pequeña aportación de drenaje ácido de minas. Proviene de una acumulación artificial de sulfuros metálicos presente ladera arriba. La planta potabilizadora allí establecida se asienta parcialmente sobre dicho material. La presencia de esos sulfuros probablemente guarda relación con el antiguo "lavadero" de mineral que hubo en las inmediaciones, cuyas construcciones en ruinas se encuentran entre la potabilizadora y el río. El lavadero procesó sucesivamente mineral de diversas minas, y alguna de ellas era de sulfuros metálicos masivos (Coto Vicario y otras). El drenaje ácido de minas en este lugar se reconoce por la desaparición de la vegetación y la aparición de las sales sulfatadas de evaporación (fotos 3 a 6).

Foto 3. Estación potabilizadora, ladera arriba y aguas abajo de la presa del pequeño embalse del Crispinejo. Se asienta parcialmente sobre una acumulación artificial de sulfuros metálicos. Dentro y fuera del vallado se observan zonas grises: son sulfuros metálicos. Pero sobre todo se ven zonas amarillas y blancas: sales de evaporación con sulfato y metales, formadas por la evaporación de la humedad que impregna los sulfuros metálicos alterados. 

Foto 4. Mismo entorno de la fotografía anterior, a un nivel más bajo y más próximo al río Crispinejo. Al fondo asoma en azul un elemento de la potabilizadora. Aquí se ven muy bien (y huelen muy mal) las sales de evaporación blancas y amarillas. Hasta donde alcanzan, la vegetación desaparece. 

Foto 5. Detalle de la foto anterior. Sales de evaporación amarillas con sulfatos de hierro hidratados sobre las piedrecillas y otros objetos.

Foto 6. Mismo punto que en las dos fotos anteriores. A la derecha, sales blancas y amarillas, con sulfatos y metales, formadas por evaporación de la humedad desde los sulfuros metálicos alterados. Al otro lado del venero llega menos contaminación, y la vegetación crece. El lodo negro en el venero, así como unas fechas estivales que descartan que el agua sea natural, sugieren algún tipo de fuga oculta o vertido procedente de las instalaciones de la potabilizadora, que está más arriba.

Después, pasada la carretera y antes del puente del ferrocarril, el Crispinejo roza la base de una escombrera minera, que le trasmite una segunda modesta cantidad de drenaje ácido de minas. Es curioso que en este punto, en cuestión de pocos metros, se da una réplica a pequeña escala del proceso que veremos más adelante en el Crispinejo a lo largo de muchos kilómetros: aguas normales, luego aguas teñidas acompañadas de costras anaranjadas y sales amarillas y blancas, aguas turquesas, y vuelta a la normalidad aparente (fotos 7 y 8). 


Foto 7. Pequeña escombrera de la mina Admirable, a orillas del Crispinejo, entre el puente de la carretera El Castillo-La Aulaga y el puente del ferrocarril minero. De la escombrera sale un modesto "drenaje ácido de minas". Este drenaje (1) tiñe el agua de algunos charcos a la izquierda; (2) deja en los mismos charcos costras anaranjadas pegadas sobre las piedras, formadas por precipitación de sulfato y hierro; (3) deja en la zona inferior derecha sales blancas y amarillas, formadas por evaporación; (4) inhibe el crecimiento normal de la vegetación. A la izquierda, más retirada de la escombrera, ya puede crecer la vegetación

Foto 8. Pequeña poza, pocos metros aguas abajo del punto de la foto anterior. El agua tiene una turbidez lechosa, probablemente por precipitados de aluminio en "suspensión coloidal", lo que implica que ya no está disuelto pero tampoco puede irse al fondo.

Los dos pequeños aportes de drenaje ácido de minas que acabamos de comentar no logran dejar una impronta fuerte y persistente en el Crispinejo. De este modo, al llegar al puente del ferrocarril, el cauce no muestra señales conspicuas de contaminación por drenaje ácido de minas (fotos 9 y 10). Bastantes ranas se refugian en las pozas con agua que quedan en este final de agosto de 2025, y algunos excrementos de nutrias con mucho resto de cangrejo marcan las rocas del lecho.


Foto 9. Cauce del río Crispinejo, visto desde el puente del ferrocarril minero y hacia aguas arriba. La escombrera de la foto anterior se ve en la parte superior de la imagen. En el cauce se aprecia alguna poza con agua, pero no señales visibles de contaminación por drenaje ácido de minas, ni en la propia agua ni sobre el lecho.

Foto 10. Puente del antiguo ferrocarril minero sobre el río Crispinejo. La línea venía de la mina de Peña de Hierro (al norte de Nerva), pasaba por la mina Admirable del Castillo de las Guardas, y seguía hacia la estación de Ronquillo-empalme. Allí enlazaba con la línea que bajaba de las minas de Cala hacia el puerto de San Juan de Aznalfarache. 


3. EL DRENAJE ÁCIDO DE LA MINA ADMIRABLE.

Lo que obliga al Crispinejo a cambiar radicalmente su apariencia, y convertirse en un río tinto y agrio, es recibir el drenaje ácido de la mina Admirable, a través del arroyo de la mina Admirable. Por eso nos vamos a detener ahora a ver dicho drenaje y dicho arroyo, antes de seguir con el Crispinejo.

En la mina Admirable hay registros de actividad minera romana y previa. Pero el yacimiento de sulfuros metálicos masivos fue explotado sobre todo entre mediados del siglo XIX y 1963, aunque con interrupciones. Hoy, sus terrenos pertenecen a un parque zoológico y de atracciones llamado La Reserva, motivo por el cual van a irrumpir en las fotografías figurantes tan anómalos como dinosaurios y bisontes (fotos 12, 14 y 15). 

La mayoría de la zona minera no está libremente accesible. Tampoco lo están los dominios públicos del arroyo de la mina y del antiguo ferrocarril minero a su paso por La Reserva. Pero desde las inmediaciones del aparcamiento podemos observar el sector donde se genera la mayoría del drenaje ácido de minas (foto 11). 

Es una extensa área llena de sulfuros en alteración, adonde entra agua de lluvia, algún barranco exterior, y probablemente efluentes de instalaciones humanas. Esto último parece necesario, puesto que existe drenaje ácido activo a finales de agosto de 2025, o sea al final del periodo seco (foto 13). Una posibilidad es que la estación depuradora de aguas residuales (foto 16) vierta sus efluentes depurados directamente al terreno con sulfuros alterados, y favorezca así un drenaje ácido de minas constante. Pero solo es una hipótesis derivada de la observación de la ubicación relativa de los lugares. 

Foto 11. Drenaje ácido de minas en terrenos de la antigua mina Admirable. Sale drenaje ácido (quizá canalizado) bajo nuestros pies, circula sobre terracitas de estromatolitos en crecimiento, deja a los lados al evaporarse sales solubles amarillas y blancas con sulfatos y metales, y sigue cuesta abajo para pasar bajo la carreterita, y luego bajo uno de los puentes del antiguo ferrocarril minero. Otros veneros menores bajan de otros puntos. Toda la zona visible es un terreno lleno de sulfuros metálicos en alteración, y generador de drenaje ácido de minas.


Foto 12. Más o menos la misma imagen que antes, pero con bisontes y guanacos (¿o llamas?) deambulando por la zona contaminada. Los guanacos van civilizadamente por la carreterita, pero el bisonte no parece escrupuloso y holla casi en pleno drenaje ácido. Hoy todo el recinto de la antigua mina forma parte de un parque zoológico y de atracciones llamado "La Reserva", aunque no es una Reserva Natural ni ningún otro tipo de Espacio Natural Protegido. 


Foto 13. Vista más cercana de los "estromatolitos", creciendo a modo de terracitas, bajo el agua oscura del drenaje ácido de minas. Los estromatolitos son superposiciones de costras de minerales, generadas por las correspondientes capitas de microbios, que se alimentan de algunos de los contaminantes (para ellos nutrientes) del agua.

Foto 14. Dinosaurio ahogado en drenaje ácido de minas, y en vías de ser englobado por las terracitas de estromatolitos en crecimiento, para convertirse en el primer fósil conocido de un dinosaurio de pega. Prueba irrefutable de que a los dinosaurios los extinguieron los humanos en la Edad de los Metales. Menuda estampa.

Foto 15. La fauna típica de las minas de la Faja Pirítica: dinosaurios, mamuts y guanacos. Los primeros probablemente son minerosaurios endémicos con adaptaciones especiales a la contaminación de los suelos que pisan. Escenario fuertemente surrealista. 

Foto 16. Depuradora de aguas residuales. ¿Son sus efluentes depurados los que pasan bajo tierra y afloran en el talud, entre los sulfuros alterados, en el punto de mayor drenaje ácido de minas observado al final del verano? Sería una curiosa paradoja ambiental.

Todo el drenaje ácido de la mina Admirable se reúne en un arroyo de más de un kilómetro que vierte al Crispinejo, del que hemos visto el inicio, y ahora vamos a ver el final. En concreto, los últimos cuarenta metros, que salen fuera del vallado de La Reserva. Ahí hallamos lo esperable: agua muy roja y ácida, orillas con sales de evaporación blancas y amarillas, etc. (fotos 17, 18 y 19). 

Foto 17. Final del arroyo de la mina Admirable. Este arroyo trae el "drenaje ácido de minas" de la mina Admirable. Al otro lado del vallado del fondo comienza La Reserva, vigilada desde un cerro por antílopes cornudísimos.

Foto 18. Final del arroyo de la mina Admirable. Aguas completamente "tintas" por el hierro férrico disuelto, y "agrias" por su acidez.

Foto 19. Final del arroyo de la mina Admirable. Unos metros después sus sanguinolentas aguas alcanzan el cauce del río Crispinejo. Así que en este caso "sí llegará la sangre al río." 
 

4. EL RÍO CRISPINEJO TRAS LA MINA ADMIRABLE: AGUAS ROJAS.

Finalmente, el arroyo procedente de la mina Admirable lleva hasta el río Crispinejo todo el drenaje ácido generado en dicha mina. Desde este punto, y durante bastantes kilómetros, el Crispinejo manifestará los rasgos típicos de los ríos rojos y ácidos de la Faja Pirítica contaminados por drenaje ácido de minas. Los rasgos visibles por cualquier paseante son: 

- Aguas rojizas y ácidas. Aguas "tintas", o sea teñidas de rojo por el hierro férrico disuelto, y "agrias", por su gran acidez y su sabor a sulfato y hierro. Contienen todos los elementos que ya hemos citado para el drenaje ácido de minas. Son tanto más rojas cuanto más hierro disuelto llevan, y conforme lo pierden se destiñen (foto 1, 24, 25, 29, 30, 31).
- Costras anaranjadas (o amarillas), cementadas al lecho, que a veces fijan entre sí los cantos rodados. Se forman bajo el agua, a expensas del agua, de su sulfato y de su hierro. También incorporan plomo, cobre, arsénico y otros metales, ya sea en su estructura íntima o adheridos a su superficie. No vuelven a disolverse, pero pueden transformarse al cabo del tiempo en otros minerales más estables, con liberación de algunos componentes (fotos 22, 26, 32, 34, 35)
- Barros anaranjados. Equivalen a las costras anteriores, pero en forma de partículas pequeñas nacidas en el seno del agua. Quedaron en suspensión por agitación, antes de asentarse como lodo, junto con arcillas y otros sólidos que llevara el río (foto 25). 
- Sales de evaporación amarillentas, verdosas o blancas, a modo de frágiles costrillas con pequeñas protuberancias ascendentes. Aparecen en verano en las orillas de las pozas, por la evaporación del agua; o sobre las arenas, barros y acumulaciones de sulfuros alterados, por evaporación de su humedad. Contienen sulfatos y metales que había en el agua (fotos 4, 5, 6, 7, 11, 20, 21, 27). Tienden a redisolverse con las lluvias.
- Desaparición de la vegetación normal del agua y de la ribera, y de la fauna del agua. No soportan su toxicidad. 
- Presencia del "brezo de las minas", "brezo del Andevalo" o Erica andevalensis. Es un pequeño arbusto que solo existe en suelos de la Faja Pirítica onubense y sevillana contaminados por alteración artificial o natural de sulfuros metálicos, ya sea en riberas o fuera de ellas. El río Crispinejo es la zona más oriental donde se ha encontrado (fotos 27 y 28).
- Presencia de unas algas verdes con aspecto filamentoso. Es el único organismo de tamaño visible que vive dentro de estas aguas (fotos 21, 23 y 24). En cambio las aguas contienen una plétora de organismos microscópicos rarísimos.


Foto 20. Sales de evaporación con sulfatos y metales sobre los cantos rodados de las orillas. Las sales de evaporación se forman en verano, y luego se disuelven con relativa facilidad en las primeras lluvias. Eso crea un pico de contaminación en el agua de este tipo de ríos con las primeras lluvias tras el verano. 

Foto 21. El río Crispinejo recibe el agua contaminada del arroyo de la mina Admirable. Al fondo del todo, con aspecto normal, el cauce del río Crispinejo. Más acá, los signos evidentes de la contaminación: las aguas tintas, las costras anaranjadas, las sales de evaporación en las orillas, la ausencia de vegetación normal, y los filamentos verdes de esas peculiares algas, que son el único organismo visible que prospera dentro de aguas tan hostiles para el común de los mortales.

Foto 22. Costras anaranjadas, rotas en este punto, pegadas a las rocas, formadas originalmente bajo el agua tinta y agria, a expensas de su agua, su sulfato y sus metales y metaloides, con la ayuda de microbios poco ortodoxos. A estas costras va a parar mucho sulfato y hierro, y también arsénico, plomo, cobre y otros metales, que van siendo retirados así del agua. Las costras no se disuelven luego, pero con el paso de las décadas pueden trasformarse lentamente a óxidos e hidróxidos de hierro más estables, con cierta liberación de sulfatos y metales.

Foto 23. El río Crispinejo, aguas abajo de la confluencia con el arroyo de la mina Admirable. Aguas rojas, algas verdes, costras anaranjadas, sales de evaporación blancas y amarillas, pérdida de vegetación normal de ribera. 

Foto 24. Crispinejo vestido de rojo. Aguas tintas, o sea teñidas de rojo por el hierro disuelto; y agrias, por su acidez y su mal sabor a sulfato y hierro. No sé cuántas veces he repetido ya esto en el texto de esta entrada.

Foto 25. Rastros de pisadas en los barros anaranjados del fondo. Parece que hay quien se atreve a mojar sus pinreles en las aguas del Crispinejo para vadearlo, o incluso para seguirlo a lo largo. Ciervos, jabalíes, no lo sé.

Foto 26. Las costras anaranjadas tapizando una barra lateral de cantos y bloques rodados, pegándolos entre sí, hasta convertir la barra en un conglomerado consistente. 

Foto 27. El brezo del Andévalo o brezo de las minas, arraigado en terreno con agua contaminada, y entre manchas de sales sulfatadas. Se le ve con frecuencia a solas, pero en puntos no tan contaminados de las riberas se hace acompañar por un par de "juncos" y dos gramíneas. Fuera de las riberas, sobre escombreras, gossan y demás, puede aparecer con otro brezo, jara pringosa... 

Foto 28. Detalle del brezo del Andévalo, el endemismo amigo de la contaminación minera. Si no fuera por ella, solo prosperaría en las contadas monteras de alteración natural de los sulfuros, y en unos pocos reductos afectados por "drenaje ácido de rocas", que es la versión natural y menos ambiciosa del drenaje ácido de minas.

Foto 29. El río Crispinejo, colorado perdido. Como lo rojo es el agua y no el lecho, el rojo es más profundo donde el agua es más profunda.

Foto 30. El Crispirrojo. Contaminación, acidez, peste, toxicidad, desaparición de la flora y fauna naturales, total inutilidad para riego y boca; pero también fotogenia, brezo endémico y ecosistema microbiano interesantísimo.

Foto 31. Una barra central entre dos canales en la entrada a una pequeña garganta. En general el Crispinejo es un río bastante encajado en un valle en V, con acusados meandros encajados, sobrecargado de cantos y bloques, cuyo lecho alterna vados y pozas, con tramos en roca dura con marmitas, y cuyo caudal está muy determinado por las crecidas, en ausencia de manantiales significativos que lo alimenten durante el año

Foto 32. Nuevamente las costras anaranjadas tapizando y uniendo los cantos y bloques que estaban siendo rodados y transportados por el río, y ya no. A despecho de la conocida canción, su destino no era rodar y rodar.

Foto 33. Un nuevo color y un nuevo hedor se añaden al paisaje visual y olfativo: el color negruzco y olor a descomposición de estas láminas rotas que se extienden sobre las piedras en el fondo de una poza seca. Seguramente restos de algas y microorganismos pudriéndose. Entre esto y los sulfatos, una peste infame, la de esta poza. 

Foto 34. En la ribera del río Crispinejo, más de diez kilómetros aguas abajo de recibir la contaminación de la mina Admirable. La parte amarilla del bastón se apoya en un antiguo depósito de cantos rodados que fueron cementados con las costras anaranjadas. Debajo, asoma la roca del lecho. Hoy, el conjunto funciona como una pequeña terraza en proceso de erosión. La punta del bastón se apoya en una barra lateral de arena del río.

Foto 35. Detalle de la foto anterior. La mitad superior es el depósito de cantos cementados, y sobre él suelo y pastizal. La mitad inferior es la roca del lecho, y a sus pies (y a mi pie) la barra de arena suelta actual.


5. EVOLUCIÓN DE LAS AGUAS ROJAS Y COMIENZO DE LA "DESCONTAMINACIÓN PARCIAL NATURAL".

A lo largo del río Crispinejo, el drenaje ácido de minas procedente de la Admirable se va mezclando con el agua normal que llega o ha llegado al río por sus demás afluentes y por la lluvia. Eso hace que la acidez tienda a diluirse y a disminuir. Lo cual a su vez promueve la formación de las costras y barros anaranjados

Pero, paradójicamente, las reacciones de formación de esas costras y barros producen acidez. Como resultado conjunto, aunque al río le entre agua normal, la acidez se mantiene alta (pH muy bajo, 2,5-3), a condición de que siga habiendo hierro disuelto para formar las costras naranjas. Eso es el "tampón del hierro". 

La progresiva formación de las sustancias anaranjadas irá retirando del agua sulfato, hierro, bastante plomo, arsénico, algo de cobre. Eso significa una cierta depuración parcial paulatina del agua. 

Sin embargo, como el mismo mecanismo mantiene la acidez alta, otros contaminantes se mantienen disueltos, como el aluminio y muchos otros. En general, la contaminación de estas aguas rojizas es grande. 

Otra consecuencia de que el hierro se deposite en las costras naranjas y el agua se mezcle con agua normal, es que la concentración de hierro disuelto disminuye, y el agua se vuelve menos roja, se destiñe.


6. EL PASO A AGUAS TURQUESAS, Y LA CONTINUACIÓN DE LA "DESCONTAMINACIÓN".

Llega un momento en que se gasta el hierro disuelto, y el "tampón del hierro" deja de funcionar. Entonces, cualquier dilución disminuye efectivamente la acidez (o sea que el pH sube de 2,5-3). Pero vuelve a estabilizarse en torno a 4-5. La razón es que empieza a funcionar otro tampón: el "tampón del aluminio". 

Ahora lo que se segrega del agua no son sustancias anaranjadas con sulfato y hierro, sino partículas blanquecinas con sulfato y aluminio, y me suena que un pelín de cobre en su superficie. Son partículas que, más que hacer costras o barros que se asientan, tienden a quedar en "suspensión coloidal".

"Suspensión coloidal" implica que las partículas no están disueltas, pero tampoco se van al fondo por muy quieta que esté el agua. En consecuencia, se quedan en el agua y le confieren una turbidez blanquecina-verdosa, y un color general que tiende al "turquesa" (fotos 36 y 37).

Foto 36. Poza con agua turquesa en el río Crispinejo, quizá unos trece kilómetros después de recibir el drenaje ácido de la mina Admirable (fotografía aérea del Plan Nacional de Ortofotografía Aérea).

Foto 37. La poza de la foto anterior a finales de agosto de 2025, con un matiz turquesa menos acusado.

Sin duda las aguas turquesas son menos célebres que las rojas, pero pueden ser muy llamativas. Aparecen habitualmente en el Crispinejo, en sucesivas pozas, aguas abajo de las aguas rojizas. Hay quien ha organizado recorridos "anfibios" por el cauce a principios del verano, a pie seco en los vados y por dentro del agua en las pozas turquesas, como actividad para senderistas. 

Aunque no pertenezcan a la zona que estamos tratando, merece la pena señalar dos lugares relativamente relacionados donde ocurren aguas turquesas. Uno es el contraembalse del Agrio, junto al pueblo de Aznalcóllar, en intervalos con grandes lluvias, cuando escapa drenaje ácido de minas de la escombrera Noroeste y se mezcla con el gran volumen de agua "normal" del contraembalse. Eso facilita que el proceso se acelere, y en poco espacio se alcance la fase turquesa. El segundo emplazamiento es la corta de Los Frailes, en la parte oriental de las minas de Aznalcóllar, fuera del valle del Crispinejo, con un turquesa intenso y permanente.


7. Y DESPUÉS...

Si, a fuerza de generar partículas blanquecinas, se agota el aluminio disuelto, se pierde el "tampón de aluminio". Nuevas entradas de agua no ácida harán que el agua pierda la acidez y ronde la neutralidad, pH de 6-8. Las partículas blanquecinas pueden permanecer aún en suspensión, aunque ignoro los factores concretos que afectan a su estabilidad y hacen que se agreguen y se hundan. 

Buena parte de los contaminantes ya no estarán disueltos, sino retenidos en las costras anaranjadas, en los barros anaranjados, en las partículas blanquecinas, y en cantidades no visibles de otras sustancias sólidas, generados todos conforme se ha ido perdiendo la acidez. Algunos contaminantes siguen saliendo de la disolución cuando el agua ya casi no es ácida. Además, las sucesivas entradas de afluentes habrán diluido los contaminantes.

Sin embargo, incluso sin ninguna acidez, suelen permanecer tozudamente en el agua cantidades significativas de determinados contaminantes que se resisten a abandonar la disolución, como el cadmio o el zinc. De ellos, el más problemático, quizá por su talante especialmente disoluto y tóxico, suele ser el cadmio. Para ellos, todo depende de la cantidad de agua normal con la que se hayan mezclado. 

Fotos 38, 39 y 40. Zonas del Crispinejo con meandros encajados, barras de arenas y aguas con ranas y peces, medio kilómetro después de la foto anterior, y la verdad es que ya estoy hasta el gorro de subir fotos; ni que fuera a leerse esto nadie en plena era del tiktok. 


8. ACLARACIÓN: VARIACIONES DE COLOR EN EL ESPACIO Y EN EL TIEMPO.

Una aclaración muy importante. La sucesión expuesta, normal-rojo-desteñido-turquesa, debida a la contaminación artificial y a la posterior descontaminación parcial natural, está bastante idealizada, y se aprecia mejor a lo largo del Crispinejo en condiciones de caudal mínimo, cuando han quedado atrás las crecidas anuales. En época de lluvias, el río está sometido a aumentos de caudal, a veces grandes, rápidos e irregulares, que diluyen y arrastran agua y sedimentos, y lo trastocan todo. 

Además, según las cantidades de drenaje ácido en cada momento, los caudales de los afluentes, los tiempos, cuándo y cómo llueve... las fases pueden alcanzarse antes o después a lo largo del río. 

Por eso es posible observar múltiples variaciones: aguas rojizas y turquesas en un mismo punto en distintos momentos, o variaciones en los tonos de turquesa (fotos 36 y 37), o aguas de aspecto normal sobre costras anaranjadas en ciertos momentos, etc. Quien tenga curiosidad puede comprobarlo revisando las imágenes del Plan Nacional de Ortofotografía Aérea correspondientes a distintos años, usando alguno de los visores disponibles en Internet.

Un último apunte. He pasado por alto la existencia de otras minas con sulfuros en este tramo de la cuenca del Crispinejo, porque sus dimensiones son muy pequeñas y en fotografía aérea no hay señal de drenaje ácido de minas; aunque el nombre de las minas de "El Tintillo", y de su arroyo Tintillo, sugiere que dieron aguas tintas siquiera de manera local y efímera.