Un mar evaporado en Aguadulce

Estos son cristales de yeso, que integran una gran masa de este mineral, antiguamente explotada para la construcción. Masas así no son raras en el sureste de la provincia de Sevilla.

El yeso, como la sal, se deposita en forma de cristales cuando una lámina de agua marina poco profunda sufre evaporación. Así que podemos imaginar un medio marino poco profundo, poco comunicado con mar abierto, y en clima más bien árido. Ese mar se instauró durante el Triásico, primer periodo de la era Secundaria o Mesozoico. En él se depositaron estos yesos.

Como era de esperar, se depositó también sal. De hecho está ahí, entre los materiales del Triásico. Lo que ocurre es que no se suele ver, porque el agua de lluvia la disuelve con facilidad en superficie y también en el subsuelo, tras infiltrarse. Pero esa misma agua, cargada ya de sal, acaba apareciendo en superficie de un modo u otro en forma de ríos salados o de lagunas saladas. De ahí que en la zona haya arroyos con nombres como “Salado” o “Saladillo”, parajes llamados “Salinas”, o lagunas saladas como La Lantejuela, El Gosque, etc., en alguna de las cuales se explota la sal para venderla (“salinas de interior”).

Decíamos que tanto el yeso como la sal se depositaron en aquel mar del Triásico, junto a arcillas muy típicas, rojas o también verdosas o de otros colores, procedentes de la erosión de tierra firme. Tales arcillas se extienden por amplias superficies en la región.

En asociación con las arcillas y los yesos, se observan a veces otras rocas, más sólidas, con extraños huecos. Se trata de rocas formadas también en aquel mar, y compuestas parcialmente por carbonatos, y por cristales de yeso y sal. Pero los cristales de yeso y sal fueron disueltos o removilizados tras la consolidación de la roca, y quedaron sus correspondientes huecos poliédricos, que son los que le dan su aspecto tan característico a la roca:
Cabría esperar que, al tratarse de depósitos en un mar, los materiales aparecieran en capas horizontales: capas de arcillas con capillas de sal y yesos intercaladas, más o menos espesas. Y así fue en un principio, pero no en el presente. Esto se debe a que, mucho después de su formación, las capas de roca sufrieron deformación, en el contexto de la constitución de las Cordilleras Béticas. Las arcillas se deformaron con facilidad, hasta perder con frecuencia su estructura en capas; los yesos y sales, muy plásticos, todavía más. Además, yeso y sal ya por sí mismos tienden a “fluir”, reunirse en bolsadas y subir hacia arriba a través de otras rocas, por ser más ligeros, lo que contribuye a la deformación. Todo ello conduce a que sea frecuente ver masas de yeso deformadas (con pliegues en este caso): ... que a veces incluyen retazos de las capitas de arcillas que quedaron englobados al moverse el yeso: