El arenero de El Cuervo (III): sílex

 
 
No recuerdo ya quién me comentó que en El Cuervo llamaban “piedra laja” a esta roca negra o gris, que se parte fácilmente en lascas muy cortantes, y que en vocabulario académico pedante llamaríamos sílex. Capas de este material abundan en el arenero de El Cuervo; son las capas más oscuras en las siguientes fotos:

 
 
En la segunda foto, se observa que las capas de sílex son más duras que las que la circundan. Por eso, a veces la fauna excava bajo ellas sus madrigueras, y las usa como techo:


El sílex más bonito de aquí es de un negro intenso y brillante. Al partirse, da superficies cóncavas, y casi parecen obsidiana:


Como se aprecia en las fotos anteriores, este sílex presenta algunas venillas y costras blancas, azuladas o amarillentas. Lo más probable es que sea sílice (dióxido de silicio) en forma de pequeñísimos cristales de cuarzo, cristobalita o tridimita, quizá mezclada con sílice no cristalina y asociada a moléculas de agua (opalina). El propio sílex también está formado, mayoritariamente, por pequeños cristalitos de sílice inapreciables a simple vista. Allí donde se añaden impurezas de carbonato cálcico, el sílex se vuelve gris o blanquecino, como en esta capa:


 ... y cuando las impurezas son de tierra del vino, se vuelve marrón:


En esta última foto, lo que el sílex lleva pegado encima es ya propiamente “tierra del vino”, y se aprecia cómo el sílex se vuelve más claro en la franja más próxima a ella. Hay como una transición. Esto es así porque las capas de sílex y de tierra del vino se relacionan en su formación. Ninguno de los dos se corresponde exactamente con el material original, sino que, en el seno del material original, ambos se fueron generando y separando. Lo cual, además, explica que las capas de sílex adopten con frecuencia formas irregulares, con salientes que penetran en las capas de tierra del vino. Y también explica que puedan aparecer dentro del sílex grandes retazos de arcillas (a la derecha de la mano)...


... o incluso algunos fósiles, que es algo que yo nunca había visto en un sílex (líneas curvas sobre el dedo; mejor ampliar):


El sílex negro, gris o marrón del que hablamos fue extraído y trabajado por el hombre durante el final del Neolítico y durante las edades del Cobre y del Bronce, en los talleres líticos que se establecieron en los alrededores de la laguna del Tollón y de las Peñas de El Cuervo. Sin embargo, su excesiva fragilidad y mala calidad, hicieron que su uso fuera limitado, en favor de otros sílex de las proximidades.

En última instancia, la sílice que compone estos sílex procede de pequeñísimos “esqueletos” de microorganismos acuáticos llamados diatomeas, que había en el material originalmente depositado. De hecho, en el cerro de San Benito de Lebrija, donde encontramos la misma secuencia de materiales que en el arenero de El Cuervo, subsistió sin trasformación una capa de “tierra de diatomeas” (o Kieselguhr), que fue extraída y comercializada por sus múltiples aplicaciones como abrasivo, filtrante o incluso pesticida químicamente inocuo.

Y ahora, a por las calizas (ver siguiente entrada del blog).