Andalucitas sevillanas

Masas rosadas formadas por cristales de andalucita (rosada a violácea), algunos cristales de cuarzo (blanco) y algunas escamas de mica (brillante), dentro de una roca en general más grisácea.

Ídem.

Ídem.

Grupo de cristales de andalucita acompañados de algunas escamas de mica. El cristal señalado por la flecha blanca da una idea de la forma general de los cristales de andalucita: un prisma alargado de sección cuadrangular. Más arriba, en horizontal, puede verse una arista de seis centímetros que da una idea del largo que pueden alcanzar los prismas (y eso que ese cristal está roto).

Cortes de cuatro cristales de andalucita, los dos de abajo separados, los dos de arriba pegados a otros cristales. Tienen 1,5-2 cm. de lado. Se aprecia que la sección no es del todo cuadrada, sino más bien un rombo. Se distingue además que los cristales tienen un núcleo más oscuro y una parte exterior más clara. 

En un lugar de la provincia de Sevilla, de cuyo nombre no quiero acordarme aquí (pero que conocerán los que asistan a una de nuestras rutas de este curso), hay cristales grandecitos de un mineral que lleva el nombre de la comunidad autónoma: andalucita. 

Lo cierto es que lleva ese nombre por error: el francés que la describió y la bautizó, lo hizo sobre unas piezas procedentes de Guadalajara que él creía andaluzas. De modo que el mineral que lleva el nombre de Andalucía se llama así por un despiste francés.

A la andalucita te la encuentras con dos pintas, según donde haya nacido y con quién se haya criado:
  • Si nace en una humilde pizarra que ha sido recalentada, crece en forma de motas pequeñas, que tornan a la piedra madre un tanto más curiosa y vistosa, pero solo un tanto. 
  • Si nace en una bolsa de líquido muy caliente con mucha agua y mucho sílice y aluminio, se acompaña de cristales grandecitos de cuarzo, mica y otros, y, como ellos, crece hasta formar prismas grandes, incluso de varios centímetros.
Las andalucitas se dan bastante menos en el segundo contexto que en el primero. Por ello los prismas grandes resultan relativamente escasos. Pero los hay en la provincia de Sevilla, y ejemplo de ello son los que aparecen en las fotos. 

La andalucita es refractaria, y habrá quien se pregunte: ¿refractaria a qué?, porque refractaria significa que se resiste a algo con obstinación, erre que erre, por más que le insistas. Pues es refractaria a la temperatura: tú le trasmites calor, y calor, y más calor, y ella ni se da por enterada. Lo cual la hace útil para revestir superficies que deben aguantar calentamientos tremendos, como ciertos hornos industriales y cosas así. Para eso se ha usado. 

Y además de refractaria, es bastante dura, lo que significa que es difícil que un roce le deje marca. Eso la hace susceptible de ser tallada y colocada en joyas, y algunos raros cristales de andalucita trasparentes de color atractivo han servido de hecho como gemas para tal fin. Pero no ha tenido mucho predicamento en ese campo, en honor a la verdad.

Por último, los aficionados a los minerales de las tiendas seguro que conocen la quiastolita. Se vende en fragmentos cortados y pulidos, incluso en rodajas, con una especie de cruz negra en los cortes. No es más que una variedad de andalucita. Lo negro son pequeñas inclusiones de grafito dentro del cristal, que se fueron situando allí donde encontraron mejor acomodo durante el crecimiento de la andalucita, que fue precisamente en sus aristas.

(Último apunte: ¡Se me pasaba decir la composición! Silicato de aluminio, como sus hermanas la cianita y la sillimanita.)