Nubes con "tetas" sobre Sevilla

Lunes de Semana Santa. En la calle, un grupo de seguidores de las procesiones le protestan al cielo. Yo, subo a mi azotea a contemplarlo.

De una nube penden unas bolsas, algunas muy definidas, como ubres, que crecen hacia abajo:


El aire se está hundiendo, literalmente. En concreto, se está hundiendo el aire de lo alto de la nube. La nube por arriba es más bien blanca, como se vislumbra entre las bolsas; eso significa que hay bastantes cristalitos de hielo. Como los cristalitos de hielo apenas absorben la radiación solar, sino que la reflejan, el aire por allí se va enfriando. Y al enfriarse, pesa más. Se ha enfriado tanto, que pesa más que el aire de debajo, y se hunde a través de él. Lo hace en forma de protuberancias redondeadas que descienden: las bolsas. Al tratarse de aire frío, al bajar enfría al aire de alrededor, hace que su agua gaseosa condense en gotitas, y eso “hace nube” y vuelve visibles a las protuberancias.

Pero, ¿qué podemos decir de la nube de la que penden? Veamos una foto hacia el Norte, y otra hacia el Sur:

La nube parece formar una amplia cornisa, más fina hacia el borde, y más espesa y gris hacia el Este. Como estamos debajo, es difícil adivinar la forma general de la nube. Por fortuna, si miramos hacia el Noroeste, vemos a lo lejos otra igual, ya sobre la provincia de Huelva...


... con una silueta de yunque muy típica. Es una gran nube de tormenta, que ha crecido hacia arriba hasta dar contra esa “tapa” que es la tropopausa, a unos 12 kilómetros de altura (variable). Al llegar a la tapa, se expande hacia los lados, sobre todo hacia el lado hacia el que sopla el fuerte viento a esa altura; y así se forma el yunque.

Pues bien, nosotros estamos justo bajo el saliente de un yunque similar, donde con cierta frecuencia se forman las bolsas que hemos visto. Las mejores bolsas se forman en nubes de tormenta potentes. Quizá por eso se las ha llamado “bolsas de lluvia”; aunque por sí mismas no dejan precipitación que llegue al suelo. Lo que sí se observa a veces es que las bolsas emiten (o son atravesadas por) hebras de precipitación que no alcanzan el suelo:



De todos modos, una gran nube de tormenta de ese tipo siempre deja chubascos fuertes bajo su núcleo. Así que está claro que hacia el Este ha llovido o está lloviendo bastante. Por desgracia, un edificio nos impide verlo. Para arreglarlo, pondré un par de fotos de hebras de precipitación que sí alcanzan el suelo, caídas de una nube igual, un mes antes, a la altura de Osuna más o menos...


... y otra parecida tomada desde la Sierra de Estepa el mismo día:


Y para acabar, vamos al nombre técnico de nuestra nube. Las nubes que crecen en vertical a borbotones y tienen una parte alta como amontonada, que recuerda a una coliflor, son Cumulus (montón en latín); si crece muchísimo y llueve se llama Cumulonimbus (nimbus es lluvia, en latín); cuando la superficie superior no es lisa sino que tiene como pelos, es un Cumulonimbus capillatus (cabelludo); el yunque se llama incus (yunque); las bolsas se llaman mamma (teta); las hebras de precipitación que no llegan al suelo se llaman virga (cañas, ramas); y las que sí llegan al suelo, praecipitatio (precipitación). Sería entonces un Cumulonimbus capillatus incus, mammatus, virga, praecipitatio, o sea, un “montón lluvioso y peludo con un yunque tetudo y ramoso”...


Y esa era la nube que alcanzaba al barrio del Tiro de Línea el lunes de Semana Santa, y que obligó a “recogerse” a la procesión de la hermandad de Santa Genoveva. Y por eso le protestaba la gente al cielo. Sin siquiera mirarlo.