El escurridizo "flan azul"

Voy a contar aquí una de esas breves salidas "exploratorias",  de una mañana o una tarde, que hago a veces para entretenerme o despejarme. 

Introduzco el tema. Los que han ido a nuestras excursiones saben que la actual depresión "del Guadalquivir" estuvo ocupada por mar, y se rellenó con materiales de origen marino. Buena parte de este relleno marino son las llamadas "margas azules". 

Es un material bastante arcilloso. Humedecido se vuelve un flan, y trae de cabeza a los geotécnicos. ¿Os suenan esos letreros de "firme ondulado" que abundan en las carreteras entre la ciudad de Sevilla y las estribaciones de Sierra Morena? El firme se ondula porque se asienta sobre las margas azules. ¿Qué material cedió bajo aquella presa minera de Aznalcóllar que se rompió en 1998 para causar el "desastre ecológico"? Las margas azules. Y ¿cuál fue la "tierra" del deslizamiento que tanto afectó a la mina de Cobre las Cruces en 2019? El mismo "flan azul". Comprenderéis que se trata de un material importante en nuestra zona. 

Según los mapas geológicos, las margas azules afloran en grandes zonas de la depresión del Guadalquivir. Pero luego vas al campo y raramente las ves. ¿Cómo puede ser? La respuesta es que es un material blando y alterable, de manera que la parte más próxima a la intemperie suele estar muy disgregada y trasformada en "tierra", sin la consistencia y el color gris azulado originales. Además son plásticas y ganan y pierden agua, todo lo cual desfigura su estructura original. Así que es difícil dar con lugares extensos donde las margas azules se muestren tal como son.

Hoy vamos a visitar uno de esos lugares. Se trata del talud de un antiguo meandro del río Guadalquivir. En esta parte de su cuenca hidrográfica, el río serpentea y dibuja curvas que se amplían y luego se abandonan. Una de esas curvas migró mucho hacia el sur, y desgastó lateralmente el antiguo relleno marino ya mencionado. Creó así un talud de fuerte pendiente donde se exponen las margas azules. En la actualidad, a medida que el talud retrocede, van quedando a la vista franjas de margas azules poco alteradas.

Veamos dicho talud desde varias perspectivas en las fotos siguientes. 

Vista del talud desde el cielo (tomada de Google Maps, que a su vez imagino que se nutre de satélite y del Plan Nacional de Ortofotografía Aérea). Arriba se aprecia el trazado serpenteante actual del Guadalquivir. Abajo se distingue una U que es el trazado curvo del meandro abandonado que nos interesa. En el borde exterior de ese meandro (borde inferior en la foto) está nuestro talud.

El mismo talud, fotografiado desde el norte, a un par de kilómetros de distancia, y de Este a Oeste. El talud resalta sobre el paisaje llano de la "llanura de inundación" del río Guadalquivir, desde la que está hecha la foto. Se ve de lejos el tono gris azulado de las margas azules.

Una visión un poco más cercana del mismo talud.

Fotografías desde el borde superior del propio talud, primero hacia el Este, y luego hacia el Oeste. Se nota nuevamente la curvatura del meandro abandonado. La franja de vegetación alta y verde al pie del talud indica la posición del propio meandro abandonado, donde aún se acumula agua. 

Vistas del talud desde su base. La pendiente es fuerte. El color gris azulado en la mitad superior es el propio de las margas azules. A veces se nota que, en los dos metros más altos, donde las margas llevan más tiempo bajo la influencia de la intemperie, estas se han vuelto más pardas por alteración. 

Con las lluvias, las margas se empapan y se hacen prácticamente barro. Por eso, de vez en cuando se deslizan desde la mitad superior del talud, y se desparraman en lóbulos en la mitad inferior. Son como flujos de barro, pero también arrastran bloques sólidos de margas de dos o tres palmos. En las siguientes fotos se aprecian algunos ejemplos. 

Desplazamientos de material desde la parte superior del talud, fluyendo por la parte media, hasta desparramarse en la parte inferior. Los depósitos más recientes se ven muy bien porque aún no han sido colonizados por las hierbas. Los más antiguos se adosan lateralmente y forman la parte inferior del talud de pendiente más suave, cubierta por vegetación. 

Canal estriado, a medio talud, posiblemente por el flujo canalizado del material al moverse pendiente abajo.

Un sector con menor pendiente. Al fondo se distinguen como unos pequeños "escalones", con vegetación solo en el rellano de cada escalón. Son las cabeceras de deslizamientos que se han hundido hacia abajo solo unos decímetros o metros. 

Como la parte superior del talud está en erosión activa, allí quedan expuestas las margas en un estado bastante "fresco", o sea poco alterado. Se distingue bien su color original, su rotura en formas curvadas, su estructura con tendencia horizontal... Incluso se conservan fósiles de conchas y de rastros. Ejemplos a continuación.

Pared casi vertical en la mitad superior del talud. Las margas azules están poco alteradas. Se deja entrever la estratificación horizontal de la roca.

Fósiles de conchas y de rastros de animales marinos en las margas azules. Se aprecia el color gris azulado de la piedra, y su manera de romperse, según un patrón curvado.

Las margas azules consisten en buena parte en arcillas. También contienen muchos fósiles microscópicos de caparazoncitos, pero las arcillas le imprimen mucho carácter. Absorben agua y entonces ganan volumen, y al secarse se agrietan. Es lo mismo que ocurre en el lodo seco del fondo de un embalse. En toda la mitad inferior del talud, donde se acumula el material venido de arriba, se aprecia el agrietamiento típico de los barros arcillosos al secarse. 

Grietas de retracción típicas de los materiales arcillosos al secarse. Esta parte más inferior del talud no tiene su relieve natural porque es parcialmente despejada con maquinaria tras los deslizamientos. 

Otra cosa que contienen las margas azules son pequeñas cantidades de sulfuros dispersos. Cuando el agua entra en el material oxida los sulfuros y los trasforma en sulfatos, y también disuelve el carbonato cálcico de los caparazoncitos fósiles, y así el agua contiene sulfato y calcio. Cuando esa humedad se evapora, el sulfato y el calcio se depositan en forma de costritas de yeso, como ocurre a veces con las humedades de las paredes de las casas. 

Manchas blancas de yeso al evaporarse la humedad del material. 

Resulta que no solo hay margas azules en ese talud. En cierto sector hay, encima de las margas azules, un escaso espesor de conglomerados rojos. Pueden ser restos de antiguas llanuras cuaternarias del río Guadalquivir, hoy relativamente elevadas; son frecuentes al sur del actual trazado del río. También pueden ser, como indica el mapa geológico nacional, restos de antiguos "deltas" terciarios que se extendieron desde la desembocadura de ríos que bajaban de Sierra Morena, y que se agregaron al relleno marino de la antigua depresión del Guadalquivir. En cualquier caso, son menos erosionables que las margas azules de debajo, y pueden haber tenido un papel en la conservación del talud. 

Conglomerados en la parte alta de un sector del talud. Se distinguen los cantos rodados, y el color más rojo que las margas azules de debajo. Por la verticalidad se nota que son menos erosionables que las margas. 

En el límite inferior de los conglomerados mana agua en varios puntos. Hay incluso algún grupo de álamos muy jóvenes que crece a esa misma altura. Los álamos tienen sus raíces en tierra empapada y su presencia indica la existencia de agua persistente hace pocos años. Eso es raro. Los conglomerados pueden ser "acuíferos", es decir contener y trasmitir agua, pero aquí en el talud tienen escaso espesor, el área de recarga por lluvia no es extensa, no son fechas de niveles altos en los acuíferos, y en todo caso el agua debería salir por otros puntos más favorables. La explicación quizá la tenemos en el terreno cultivado de arriba: está en regadío, y el exceso de riego puede cargar de agua los conglomerados, y alimentar algunas salidas bastante continuas en el talud. Otras salidas probablemente van hacia el sur de vuelta hacia la gran balsa de riego de la que se abastece la finca, alimentada a su vez desde la red de canales de riego procedentes en última instancia de embalses.

Álamos jóvenes en la parte alta del talud, en la base de los conglomerados. Los álamos son árboles propios de riberas, porque necesitan tener sus raíces en suelo empapado. Que esté creciendo a esta altura del talud significa que los conglomerados llevan agua casi siempre. Y eso en este lugar no tiene una explicación natural fácil. 

Abajo a la derecha, lo blanco es agua que refleja la luz solar. Sale de la parte inferior de la capa de conglomerados. Difícil explicar este manantial en estas fechas en un contexto tan poco propicio, salvo por el regadío arriba en la finca, regadío que llega casi al borde del talud. 

Denso olivar de regadío encima del talud, sobre los conglomerados. El agua circula por esos tubitos negros.